Siempre he pensado que conocerse es un proceso que nunca termina. Y es que esta vida está tan llena de cambios que cuando pensamos habernos conocido por completo, nos damos cuenta que nos falta un largo camino por recorrer. Me gusta creer que vamos construyendo nuestra vida, pero cuando es necesario re-construirla, tenemos la oportunidad de hacerlo. Quizás lo que quiero decir es que me fascina saber que los seres humanos tenemos la capacidad para cambiar cuando la situación lo amerita. Si nos fijamos bien, nuestra vida es reflejo de ello. Por más que nos resistimos a los cambios, ellos nos encuentran y nos adaptamos. No soy científica ni bióloga (soy una humilde estudiante de contabilidad jajaja), sin embargo, parece ser algo innato en nosotros. ¿No se han dado cuenta de lo rápido que asimilamos y nos adaptamos a los cambios cuando dejamos de luchar contra ellos? Puede que sea muy optimista. Hasta pueden llegar a pensar que tengo una súper-fe en la humanidad, no sé. No obstante, creo que todos (esto incluye a nuestro archienemigo) tenemos la oportunidad de volver a encontrarnos, de volver a conocernos. Es decir, todos podemos re-inventarnos si así lo decidimos.

Les hago una pequeña historia (puede ser de la vida real como puede ser que me la acabo de inventar como el ser tan creativo que soy… el mundo nunca sabrá):

En mi adolescencia conocí a una joven hermosa. Hermosa de la manera más íntegra que pueda existir. Además de tener unos rizos hermosos, y una sonrisa que le alegraba el alma al que tuviera la dicha de conocerle, tenía una personalidad refrescante y un corazón puro. ¡Quería ser como ella! Tan libre, tan alegre, tan dulce, tan natural, tan dueña de sí misma, tan real. Lamentablemente las circunstancias nos llevaron por caminos distintos y perdí el contacto con aquella joven. Pero como dicen en mi país: “el mundo es demasiado pequeño y da muchas vueltas”. Un día iba caminando por la universidad y me la encontré. No era la misma. Ya no llevaba una sonrisa en su rostro, más iba caminando con los hombros encogidos. Como si no quisiera relacionarse con su derredor, como si fuera el dolor encarnado. ¿Qué le había sucedido a aquella joven tan radiante que yo tanto admiraba?, me pregunté. Entonces, ella se volteó y con una leve sonrisa me respondió: “La vida me encontró”.

 “No mires lo que la gente ve y cambia los espejos”.

Pastor Carlos J. Montalvo

De vuelta a la realidad, si te estás preguntando si esa historia es sobre mí, pues la respuesta sería sí y no. Creo que todas somos esa joven fenomenal que los acontecimientos en nuestras vidas nos han llevado a construir murallas para protegernos. De igual manera, creo que esas murallas se deben derrumbar. Esto no quiere decir que debemos permitir que la gente haga lo que deseen con nuestros sentimientos y nos quedemos inmóviles ante ello. Debemos cuidar nuestros sentimientos porque son valiosos y no todos sabrán apreciarlos. Pero así como cuidamos nuestros sentimientos, no debemos permitir que las situaciones de la vida nos conviertan en algo que no somos. No debemos permitir que esas experiencias difíciles nos conviertan en la sombra de lo que somos. Mujer que me lees, eres fenomenal, eres diferente, nadie tiene ese “no sé qué” con ese “qué sé yo” que solo tú tienes. Tienes algo grande que aportar, créelo. El mundo lo necesita urgentemente. Es tiempo de volvernos a encontrar con la joven espectacular que está dentro de nosotros esperando ser liberada. Es tiempo de que cambiemos nuestros espejos y de que comencemos a mirarnos como Dios lo hace.

Un beso cibernético,

Jolly Ann