Cuando empecé mi tratamiento en la clínica de ansiedad, la psicóloga me dijo que el proceso sería como una montaña rusa. Unos días me sentiría bien y otros estaría mal.
Nunca imaginé que esa sería una de las partes más drenantes.
Pensamiento: Estoy cansada de luchar tanto. Eso es lo que me pasa.
Hoy me levanté desanimada. Sin lugar a duda, hoy iba a ser uno de los días «malos». Sin embargo, repasando estos dos años desde que inicié el tratamiento de «hair-pulling» me he dado cuenta de lo lejos que he llegado.
Al principio me sentía perdida. Sabía que había algo raro en mí, pero no sabía qué era ni cómo arreglarlo.
Por primera vez sentí que tenía un problema sin solución.
Me halaba el pelo, me arracaba el pelo, tenía (tengo) dos calvas en mi cuero cabelludo y, aparentemente, lo hacía (hago) inconscientemente.
Era algo de lo que me sentía avergonzada. Especialmente porque no es algo común y las personas que tienen mi condición no hablan sobre ello.
En algún momento decidí que no me iba a avergonzar más por halarme/arrancarme el pelo. He aprendido a manejar el impacto que esto tiene en mi vida, en todos los aspectos. Por eso, decidí usar mi voz, mis experiencias, y mi aprendizaje para alentar a aquellos que sufren de algún trastorno de ansiedad.
No, no ha sido fácil. Al principio tuve que conscientizarme de todo lo que hago. Tenía que estar consciente y alerta de todo lo que normalmente hacemos inconscientemente. ¿Qué estoy haciendo con mis manos? ¿Qué hago antes de halarme el pelo? ¿Qué estoy pensando antes y después de halarme el pelo? ¿Cómo me halo el pelo antes de arrancarlo?
Me consta, ha sido duro. Como lo ha sido para todos aquellos que trabajamos con nuestra salud mental.
He aprendido que no todos mis pensamientos tienen el valor que les asigno.
He aprendido a aceptar sentimientos/pensamientos incómodos.
Aquellos que al inicio trataba de ignorar o evitar.
Aquellos que me causan los impulsos.
Aquellos que me causan que me arranque el pelo.
Hoy tuve la fortaleza de tener un pensamiento incómodo y un impulso, aceptarlos, no asignarles valor, y seguir con mi vida… sin halarme o arrancarme el pelo.
Hoy fue el día que tuve un pensamiento incómodo.
Hoy fue el día en que vi cómo Dios ha obrado en mi vida durante este proceso.
Un abrazo cibernético,
Jolly Ann